miércoles, 4 de noviembre de 2009
Maldita, maldita seas
Cómo ocultarme, si estás dentro de mi, en cada rincón, cada célula, cada inhalación y exalación? Quiero dejarte, te amenazo con hacerlo y ahi estás, de nuevo, mirándome con esos ojos cargados de lágrimas. Y con todo el peso del alma, me doy cuenta que siempre vas a estar porque nos necesitamos; porque nos odiamos, pero somos partes vitales una de la otra. Soy quien soy por y gracias a vos: por momentos, odio lo que generás en mi; y en otros, amo poder vencerte, patearte, escupirte y enterrarte... aún sabiendo que vas a renacer, que vas a lograr salir y plantar de nuevo tu raíz en mi, pudriéndolo todo; contaminándolo todo. Tal vez necesite de esa contaminación para apreciar la limpieza que, por momentos, alcanzo. Tal vez soy más racional gracias a las hipótesis destructivas y humillantes que arrojás como dardos dentro de mi cabeza. O tal vez, seas una paradoja más de la vida, que a pesar de detestarte tanto, no puedo ser quien soy sin vos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario