Despacio, las luces se apagan.
Los sonidos enmudecen.
Todo muere, lentamente.
Un ciclo de vida ha concluído.
Otro...
Un dolor se acumula.
La frustración golpea, insistente;
allí ya no queda nada.
Acá tampoco.
No queda nada en ningún lugar.
Naufragando en esa nada...
me ahogo en ella.
La nada y yo,
somos una.
jueves, 16 de junio de 2011
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