viernes, 8 de julio de 2011

Rescatando escritos - Junio 2010

Anda, sin saber hacia dónde,
sobre los húmedos adoquines,
mientras escapan de su boca
miles de paisajes de alquitrán...
Su sombrío rostro,
golpeado por la tristeza,
y yo, sin saber cómo, le pregunto...
porque somos así, espontáneos.
Silencio.
Su mano, aferrada a la mía;
lo veo lejano, como una cometa.
Lejano y dirigible.
La voluntad se le ha escapado
y ni cuenta se dio.
Lo veo y me veo.
Blanco y negro...


Un alma llena de sombras,
no puede opacar
un corazón con tanta luz.

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