Si nunca es suficiente? Si jamás desaparece esa frágil vocecita que amarga todos mis actos, todos mis logros? Qué pasará con mi persona, si vuelve a perderse en la crueldad de sus palabras? Jamás va a alcanzar, simplemente porque su meta no es hacer algo mejor de mi; al contrario, su meta es endurecer o destruir. Punto.
Caer de nuevo dentro de ese abismo frío, colpasado de ruidos ensordecedores y sombras de rostros difusos. Con mis extremidades cansadas, la piel desgarrada, la sangre coagulada fuera de mis heridas. Un cuerpo inerte, blanco, helado al tacto de cualquiera menos al mio.
Muerta? No, todavía no. Nunca muerta; siempre viviendo, con la cantidad mínima necesaria de palpitaciones. Siempre al límite.
El peor veneno es el que llevo dentro de mi. Peor que cualquiera que puedan suministrarme. No existe antídoto. No hay cura.
miércoles, 2 de septiembre de 2009
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