Mientras la confusión golpea mi cabeza sin tregua,
anudo mis manos para evitar separarme,
tratando de mantener mi cuerpo unido; vivo.
Respirando a duras penas,
con vidrios en mi espalda,
este dolor punzante no me dará paz.
Y entre tanta sangre y agonía,
busco tu rostro; busco tus ojos.
Esa gélida mirada que tanto derritió.
Esos suaves labios que tanto enmendaron.
Dónde estás, mi amor, dentro de tanta oscuridad?
Encontraste el camino de nuevo a casa?
Ya no me quedan velas para iluminar.
Tal vez la luz no llegue jamás,
pero qué puedo hacer, salvo sonreír
y buscar a ciegas la verdad?
Presiento que está cerca.
Sé que vos también podés hacerlo.
Por favor, no te pierdas;
no dejés que la oscuridad te convenza.
Hay vida más allá de esta puerta.
jueves, 27 de enero de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario