Tal vez no te merecés estas palabras... Poco me interesa reflexionar sobre la cuestión, la verdad.
Todo este tiempo te observé, cautelosa, masticar ese odio, dibujar esas sonrisas de payaso sobre rostros tristes y desdichados. Tu vida gris se transformó en puras sombras, eclipsada por algo más grande; algo que superó las miles de historias que supiste tejer dentro de tu laberíntica mente. Palabras que clamaban por ser leídas y creídas; palabras que narraban una realidad, que jamás abandonó el reino de los sueños.
Es triste. Sinceramente, mirando en retrospectiva, no te lo desearía de nuevo... Tanto dolor, tanta desesperación y angustia. Tanto martirio... y para qué? Redujiste tu persona a su mínima expresión. Quebraste tu voluntad y tus anhelos, por algo que jamás te perteneció. Por algo que se ensañó con tu ser y solo lo arruinó más; desajustando tornillos de tu rota máquina.
No fui yo y lo sabés. Pero entiendo: te entiendo. Entre tanta tristeza, uno siempre busca la culpa en el que no vemos. En ese que jamás nos mintió, mirándonos a lo profundo de nuestros ojos. En ese que jamás volvió lo que sentíamos, en nuestra contra.
Pero sos artífice de tu propio destino, y si mierda es lo que hay a tu alrededor, entonces mierda sos y mierda te ganaste.
jueves, 29 de octubre de 2009
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