Pensar que no encajo, que mis sentimientos son otros. Mis ideas claras, firmes, pero contradictorias. Y no puedo evitar pensar que pasaría; no puedo alejar ese miedo molesto a la realidad. Por eso me llevo mejor con todo en sueños, donde las barreras desaparecen, donde cada uno juega a ser eso que, en verdad, no puede ser. Y estamos todos ahi, intercambiando roles, diciendo cosas que jamás escuché decir, viviendo situaciones que se, posiblemente, no pasen.
Y de nuevo las dudas, los malestares... De nuevo todo, y a la vez, nada. Porque todo está en mi cabeza y cuando quiero transportarlo a la realidad, se transforma en miles de nada. Nadas volátiles, que se pierden en el paisaje. Pero dentro, se apelmazan y juntas, golpean, rasgan y trituran mi paz hasta que mi mente sólo está preocupada por ellas y su penosa existencia. Qué importa si las ideas no son las mismas? Al fin y al cabo, lo que pesa es lo que uno quiere lograr a través de ellas. Qué importa la continuidad en el tiempo? Si lo que queda es el ahora, si el recuerdo de las alegrías fuertes no desaparece. Pero una vida rutinaria y monótona se vuelve más pesada con cada tic-tac...
Más allá de las diferencias, de las experiencias, de cada historia, las cosas se unen por un sentimiento en común, que fusiona todas esas contradicciones inexplicables, para que se transformen en algo mayor, juntos.
jueves, 29 de octubre de 2009
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