viernes, 4 de diciembre de 2009

My wicked man

Es increíble desenterrar esos sentimientos que creíamos pasados. Cuando escuchamos una voz, oímos una canción o miramos una foto, nos atacan por la espalda, sin piedad, inundando nuestra alma de las más variadas sensaciones, haciéndose presentes, como antes; como cuando todo era distinto y su compañia, era única e inigualable.
Me había olvidado cuanto adoraba su voz, lo bien que me hace escucharla... Y cuanto me gusta mirarlo, a pesar de que jamás lo conocí, sintiéndolo tan dentro de mi, como antes; como siempre. Lo adoro, por lo que hizo en mi: porque hubo un antes y un después en mi vida, desde que leí una de sus canciones; porque yo no fui igual y nunca más lo seré, gracias y por responsabilidad de él.
Más allá de que siempre tuve una debilidad por los cantantes y de que aprecio en exceso la belleza, este hombre puso mi mundo patas para arriba y abrió una nueva perspectiva delante mio: un nuevo camino, diferente al de los demás, en el que no me sentí sola, gracias a lo que susurró durante años, en mis oídos.
No se si la palabra más adecuada es fan, ya que lo relaciono con algo más enfermiso, superficial y pasajero. Hoy, me di cuenta que el sentimiento será para siempre. Tal vez, mañana, estemos más juntos que nunca; quizás, dentro de algunos meses, la relación sea completamente simbiótica; y tal vez, en unas horas, siga juntando polvo en mi escritorio. Lo importante es que siempre va a estar, tanto él para mi como yo para él. Más allá de todo: la música rompe todas las barreras existentes y nuestra música es la más fuerte, siempre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

faaaa como te entiendo piba u_U
me paso algo tan similar.
el tiempo se lleva todo, o al menos eso dicen...