Duele mucho; demasiado. Y me pregunto por qué, si ya imaginaba como serían las cosas... Antes, visualicé un futuro diferente... no? No; hubiera querido, pero no. Soy demasiado realista, lamentablemente, como para dejarme comprar por una ilusión tan... imposible. Tal vez pido demasiado; tal vez no dejo que lo que quiero llegue hasta a mi. Esa conexión que, por momentos, parece tan tangible... cada día, se desvanece hasta sentir que ya no queda nada. Y duele; claro que duele... sentir que la fortaleza se pierde, la voluntad también. Las ganas de buscar algo mejor, de seguir la evolución natural y alentarla. Abrazar cada logro, cara recuerdo, cada momento cálido. Nada. Todo parece tan estéril y frío. La distancia, la indiferencia... La falta de compromiso, las mentiras, el egoismo. El miedo, fiel aliado de la soledad, tan paralizante. No quiero resguardarme en lugares equivocados; no quiero perder un tesoro preciado, pero tampoco puedo quedármelo, si no me pertenece, si nadie reconoce que fui yo quien lo encontró.

Duele, claro que duele.
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